Hace un par de días Nicolás vino a mi taller porque quería un anillo de compromiso para regalarle a su novia. Nos sentamos a hablar acerca de la forma que tenía en mente y dibujamos un par de opciones. Dejamos reposar la idea un par de días y finalmente él se decidió por este diseño:
Después de ponernos de acuerdo en la forma fuimos a buscar la piedra para este anillo. Es muy emocionante encontrar la piedra perfecta. Hay algo en el brillo y el color de cierta piedra que hace que la quieras y la escojas. No tiene que ser la más pesada o transparente, es más bien una especie de destello que despierta una fuerte atracción.
Una vez elegida la piedra empecé a trabajar en el anillo mientras Nicolás esperaba ansioso a ver el resultado.
El día que Nicolás regresó a mi taller para ver el anillo ambos quedamos sorprendidos ante el resultado: él, porque no era así cómo se lo había imaginado y yo porque a mi me satisfacía el resultado y esperaba su completa aprobación.
Este es el anillo que le presenté la primera vez:
En mi profesión es muy cierto que la clave está en los detalles. El mismo anillo cambia enormemente al modificar el acabado de la superficie. La primera vez el acabado mate resaltaba más la tonalidad amarilla del oro en esta aleación de oro blanco y las aristas muy definidas le daban un carácter geométrico y preciso.
Pero cuando Nicolás vió el interior liso y brillante del anillo supo que era así como quería el acabado exterior. También deseaba que las aristas fueran suaves y redondeadas.
Y así resultó:
Al brillarlo el gris del paladio se volvió predominante y la suave superficie reflejaba tonos cambiantes del gris al cálido café verdoso. Las aristas suaves lo hacían ver fluido y más delicado.
Esta vez Nicolás estaba satisfecho y yo, aunque al inicio renuente al cambio, también me enamoré de esta nueva versión.
Como en cada proyecto que desarrollo esta fue una oportunidad de apreciar más mi profesión y aprender. Amo tener la oportunidad de conocer un poco a mis clientes al hablar acerca de lo que desean. También me hace feliz poder trabajar en colaboración con ellos para hacer ciertas modificaciones y obtener la pieza anhelada.
Aprendí que debo contar con el factor sorpresa, lo cual se traduce en tiempo. A veces los detalles lucen muy bien en papel o en otras joyas pero no necesariamente son los adecuados para esa ocasión, entonces debo tener tiempo para modificarlos. También aprendí que la mirada del otro puede mostrarte en que elementos de diseño te estás encasillando y claro, que no debo temerle al acabado brillante ;)
¿Cuál versión del anillo les gusta más? ¿Mate o brillante?